Es ese espacio que compartimos con nosotros mismos, ese espacio no contaminado por "la mirada" del otro -que dice que "es lo que se debe hacer"- sinó donde el hacer está liberado de la cadena del pensamiento ajeno, exceptuando a aquellos que les permitimos entrar -a veces- porque se han ganado un lugar por su singular modo de ser en el mundo con nosotros.
Coherencia y respeto.-
El pensamiento ajeno genera cadenas? Si no fuera así basta mirar cuando la opinión del otro se desenlaza y cae sobre nosotros. Si esa persona es respetada por nosotros, su opinión generará una respuesta inmediata, un alinearse o una ruptura con su postura por lo lejana. La segunda decisión es siempre difícil. Solemos estudiar a fondo el porque no nos alineamos con esa opinión si es relevanta y si, como ya dijimos, emana de un Ser que uno mínimamente respeta.
Coherencia y afecto.-
Si la persona que dice lo que dice más que respetada por su coherencia de ideas es querida como Ser tampoco es fácil no alinearse. El afecto y la emoción nos dice que la persona dice aquello con buena intención, registramos que en su decir no hay un desear y un querer que nos genere malestar, más allá del malestar de aceptar una opinión que no compartimos.
Incoherencia y lejanía.-
Si la idea emana de un alguien al que en el decurso del conocer le hemos perdido todo atisbo de ánimo de compartir causas, ideas, oficinas, etc, entonces su opinión nos chocará o le seremos totalmente indiferentes, según nuestro estado de ánimo.
Conclusiones provisorias.-
Entonces desechamos lo desechable, ahuyentamos las ideas ajenas que solo son piedras en el camino y miramos hacia adelante "escuchándonos a nosotros mismos" y a aquellos que con los años se han ganado "un espacio" dentro de "nuestro espacio" que los hace "respetables".